De niño crecí en el hogar típico costarricense,
con mi madre, hermanos y padre. Familia feliz a pesar de las condiciones de
pobreza en que se vivía en esa Costa Rica rural, sin embargo gracias a mis padres
los alimentos nunca faltaron; mi familia
siempre nos inculcó buenos valores y por supuesto esto venia sujeto a una
tradición religiosa implantada desde mis abuelos o quizás desde mucho más
antes.
De mi niñez siempre saltan frescos recuerdos
del escuchar de las carretas de bueyes pasar, la primera a horas de la mañana que
se dirigía a traer la leche, luego ya al filo de las 8 de la mañana recuerdo su sonido al
regresar llena de tarros de leche recién ordeñada. Corría a comprar dos
botellas para el día. La Dos Pinos no existía en nuestro pueblo y Doña Lesbia
era la que desde su casa distribuía el blanco líquido nutricional. Recuerdo los
bueyes y sus carretas, pasar a dejar madera a mi casa o a la de algún vecino
para cocinar era cosa de todos los días. Verlas pasar con arena para alguna construcción
cercana era lo más normal.
Siempre me considere un niño normal, sabía que
tenía destrezas para sobresalir en algunas actividades como ciencias o dibujo, no era
muy bueno en las matemáticas o deportes pero me encantaba leer cuentos y la
historia de la humanidad me fascinaba, así como sus adelantos tecnológicos y la
búsqueda del ser humano por superarse así mismo con el conocimiento del mundo
que lo rodea y como este funciona; la astronomía y los libros fueron para mí un
inmenso estimulo en momentos en que un televisor hacía falta.
Recuerdo de mi niñez como con duro esfuerzo se
compró el primer televisor. Un televisor blanco y negro en el que por muchas
tardes pase mirando como los Autobots luchaban contra los malos Decepticons. Alf
muchas noches me hizo reír, su viaje desde el planeta Melmac hasta el nuestro
para convivir con una familia norteamericana fue la comedia de la época que
muchos disfrutamos.
Los Thundercats por su parte hacían lo propio
por subsistir en el tercer planeta del sistema solar, un planeta tierra
futurista en el que la humanidad ya había dejado de existir y esta raza
originaria del planeta Thundera intentaba sobrevivir en esta nueva aventura.
Sin embargo todo cambio desde el momento en
que se me preparaba para hacer la primera comunión en la Iglesia Católica
cercana. A mis manos llego por primera vez el primer libro de la imprenta
moderna y más impreso de todos los tiempos, así mismo uno de los libros más
traducidos a otros idiomas, estoy hablando de La Biblia.
Con la precoz curiosidad que tenía en por
intentar entender este mundo en esa etapa de mi vida lo tome para su lectura, decía
que era la palabra de Dios, un Dios creador de todo lo visible e invisible y
por supuesto yo que estaba en búsqueda de conocimiento apresure mi lectura
sobre semejante libro lleno de divisiones, primero en dos testamentos, el
Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento y después en más libros, con sus capítulos y estos a su vez
divididos en versículos.
Estos fueron los primeros contactos que tuve
con lo que sería una transformación muy importante en mi vida y que me marcaría para
el resto de mi existencia.
Parte II
Parte II
No hay comentarios:
Publicar un comentario